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Para los analistas de comportamiento clínico, es natural y productivo pensar en evaluar los problemas del cliente utilizando la heurística de la contingencia de tres términos. Es decir que, como clínicos podemos escuchar e interactuar con los consultantes y organizar la información para que encaje en el marco de contingencias. Esto nos da contenido para formar la conceptualización de caso evaluando cada uno de los siguientes elementos: antecedentes, respuesta y consecuencia.

Antecedentes

Dentro de los antecedentes, encontramos los antecedentes inadecuados, que se refieren a entornos que contienen pocas oportunidades de refuerzo. Por ejemplo, un consultante que puede describir un trabajo que obliga al aislamiento debido a la ubicación u horario, un divorcio reciente que interrumpe la vida social o volver a la escuela y encontrar pocos compañeros. Estas condiciones señalan la necesidad de evaluar la frecuencia con la que ocurren las oportunidades de refuerzo en el entorno del cliente.

También encontramos el control discriminativo deficiente. En este caso, el problema puede no ser que el comportamiento de un cliente sea problemático, sino que el comportamiento se emite en circunstancias incorrectas. Un ejemplo, podría ser que un socio en una relación de negocios describa una situación preocupante en el trabajo para buscar consuelo y comprensión. En su lugar, el otro socio ofrece una solución al problema. La solución puede ser buena, pero llegar en el momento equivocado, haciendo que el otro se sienta incomprendido. En este ejemplo, el consultante no discriminó que la respuesta que se reforzaría era la empatía y la escucha.

Asimismo, está el control discriminativo inadecuado. En dónde algunos clientes describen comportamientos que llevan a distanciarse de otras personas importantes porque esos comportamientos no son apropiados en el contexto en el que se emiten. Por ejemplo, el atacar a un compañero con críticas. Tales comportamientos indican una falta de reconocimiento de que esta respuesta no conducirá a resultados positivos a largo plazo.

Respuestas (comportamientos)

Los consultantes a menudo se quejan de lo que no funciona en sus vidas, y es posible que la descripción del problema por parte del consultante no utilice terminología técnica específica, por lo que el clínico escucha los descriptores u observa los comportamientos durante la sesión, y los clasifica como excesos, déficits o comportamientos conductuales que interfieren o evitan que aparezcan comportamientos más útiles.

Los excesos de comportamiento, son los comportamientos que el consultante emite a un ritmo más alto de lo que daría lugar a oportunidades óptimas de refuerzo. Los déficits conductuales, son aquellos que ocurren cuando el consultante no exhibe un comportamiento funcional en una forma o cantidad adecuada para conducir a tasas óptimas de refuerzo dirigidos a sus objetivos valiosos.

Mientras que, el interferir, controlar y evitar las conductas, son los comportamientos que pueden impedir la relación terapéutica y el tratamiento, provocando en algunos casos que el tratamiento sea imposible hasta que estas se aborden en sesión. A menudo, estos comportamientos funcionan para controlar las demandas de cambio, regular la respuesta emocional o para evitar/escapar de ciertos temas. El clínico puede analizar estos comportamientos como excesos o déficits, aunque estos comportamientos reciben mayor atención porque impiden directamente el tratamiento efectivo.

Consecuencias

Dentro de las consecuencias encontramos la falta de control consecuente apropiado, que hace referencia a algunos comportamientos muy valorados que se emiten en un nivel bajo porque no son reforzados por el entorno natural del cliente, esto lo podemos observar en las relaciones interpersonales. Su resultado puede variar desde la depresión hasta la escalada de un comportamiento dramático para obtener algún control aparente sobre el medio ambiente (personas valoradas).

En algunos casos, este tipo de consecuencias tienen diferentes implicaciones en el tratamiento. Esto quiere decir, que es posible que sea necesario cambiar el entorno en casos extremos en los que el consultante no tiene control sobre este (es decir, ningún refuerzo o muy poco refuerzo para el comportamiento valorado). Por tanto, el cliente puede necesitar considerar un cambio de trabajo, mudarse, o tener un nuevo socio. Estos cambios no son decisiones que se deben tomar a la ligera, pero pueden ser necesarios.

Por otro lado, tenemos las consecuencias competitivas, se pueden encontrar en un cliente que experimenta altos niveles de contingencias competitivas y puede observar que su comportamiento es impredecible, una condición que molesta al cliente y a quienes lo rodean. De manera similar, el cliente puede no saber qué hacer cuando algunas personas refuerzan el mismo comportamiento y otras lo ignoran o castigan.

Finalmente, el control de consecuencias inadecuado, es un problema clínico que es particularmente difícil de tratar, ya que el comportamiento del consultante está bajo un control de estímulo inadecuado. Por ejemplo, hasta ahora, nadie ha informado todavía un ensayo clínico aleatorio de una tecnología exitosa para el tratamiento de agresores sexuales sin utilizar estrategias de prevención de respuesta o control aversivo.

En otros casos, las contingencias inapropiadas pueden ser apropiadas si se accede con poca frecuencia (por ejemplo, el uso de alcohol o sustancias ilícitas). En estos casos los programas de gestión de contingencias y reducción de daños pueden cambiar con éxito la frecuencia o intensidad del abuso. Aunque no se discute en términos analíticos de comportamiento, la entrevista motivacional es un enfoque para alterar la función reforzadora del alcohol, las sustancias ilegales, el tabaquismo o el juego. Se puede conceptualizar como un alterador del control consecuente o motivador operacional en la equivalencia de estímulos y transformación de funciones (Christopher y Dougher, 2009).

Desde otro punto, se analizan dos comportamientos verbales importantes: tactos y mandos. Skinner describió el tacto como comportamiento verbal controlado por estímulos antecedentes no verbales, que se mantiene mediante reforzadores condicionados generalizados. El déficit de este, conduce a un entorno que no responde y a la sensación de ser incomprendido por aquellos que importan. Mientras que el mando es una operante verbal reforzada que se especifica en la conducta verbal (Skinner, 1957).

Los tactos y los mandos pueden ser difíciles de distinguir entre sí. El usar tactos y mandos de manera apropiada es una habilidad esencial para establecer preferencias y reaccionar ante las acciones de los demás, son esencialmente importantes para el éxito de las relaciones interpersonales. Por tanto, estos dos repertorios son a menudo inadecuados en consultantes que se quejan de no ser comprendidos por los demás.

Referencia:

Christopher, P. J., & Dougher, M. J. (2009). A behavior-analytic account of motivational interviewing. Behavior Analyst, 32, 149–161
Follette W. C. & Darrow, S. M. (2014). Clinical Behavior Analysis. En E.S. Murphy & F.K.
McSweenwe (Eds.), The Wiley Blackwell Handbook of Operant and Classical Conditioning. Wiley Blackwell.
Skinner, B. F. (1957). Verbal behavior. New York: Appleton-Century-Crofts.