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William C. Follette y Sabrina M. Darrow

El análisis de la conducta surge del énfasis que realiza B.F Skinner en su estudio de la conducta como derecho propio más que como un sustituto de algún proceso fundamental e inobservable de la mente, el cerebro o la estructura psíquica. Esto se puede observar en su trabajo en El comportamiento de los organismos (1938) y Programa de reforzamiento (Ferster y Skinner, 1957), que forman la base para el análisis de comportamiento aplicado y la aplicación de principios de reforzamiento para cambiar el comportamiento humano. El análisis de comportamiento clínico (CBA), se desarrolla en entornos menos contralados, apegándose a los principios conductuales. Esto implica que, “el análisis clínico de la conducta se centra en el uso de intervenciones verbales para consultantes verbalmente competentes que buscan tratamiento ambulatorio” (Dougher, 2000, p.V). De este modo, el análisis clínico del comportamiento ha tenido que desarrollar nuevas herramientas y perspectivas que no están exentas de controversia.

Al inicio de la aplicación exitosa de los principios conductuales, muchos autores contribuyeron a trasladar el análisis de la conducta al ámbito clínico, por ejemplo, Charles Ferster (1972) abrió aún más la puerta al estudio de los problemas clínicos desde una perspectiva analítica de la conducta. En este sentido, en cuanto más se aventuraba el analista de conducta clínica a dejar de tratar a personas con conducta verbalmente restringida en entornos altamente controlados, el trabajo comenzó a centrarse en problemas clínicos relativamente sencillos. Estos esfuerzos implicaron el desarrollo de intervenciones exitosas para problemas como fobias y otros comportamientos relacionados con la ansiedad, que se pensaba que limitaban el funcionamiento social.

A partir de estos procedimientos, la terapia conductual comenzó a abordar la conducta de sujetos verbales de funcionamiento superior. No obstante, implicaba poca interacción interpersonal entre terapeuta y consultante, centrándose poco en el lenguaje o los contextos sociales en los que ocurrían y eran tratados los comportamientos problemáticos. Esta primera generación u ola de análisis de la conducta clínica se mantuvo relativamente cerca de los principios de la conducta con algunas excepciones, y distantes de las cogniciones y del lenguaje como tema de estudio en individuos con funcionamiento superior.

Eventualmente, los clínicos que trabajaban con pacientes ambulatorios altamente verbales, notaron que a estos les preocupaba el qué y cómo “pensaban o sentían”. El lenguaje natural de nuestra cultura apoya los pensamientos y sentimientos como causas; aprendemos a decir “lo hice porque estaba enojado” o “ya no quiero sentirme así”. Ignorar el lenguaje en el que el consultante enmarca un problema no comprende el contexto en el que actúa, incluyendo sus pensamientos y sentimientos. De hecho, en 1945, Skinner comenzó a especular sobre la naturaleza de los eventos privados y el comportamiento verbal (Boring, Bridgman, Feigl, Pratt y Skinner, 1945; Skinner, 1945), hasta que 12 años después se publica su libro Verbal Behavior (Skinner, 1957), en dónde trató de encontrar una forma funcional de comprender y describir pensamientos, sentimientos, emociones y eventos privados.

Como resultado, la terapia cognitivo conductual y la teoría del aprendizaje social surgen entre 1960 y 1970, marcando el inicio de la segunda ola de la terapia conductual. Durante este periodo hubo una considerable tormenta e ímpetu en el debate sobre los méritos relativos de la explicación cognitiva versus la conductual con respecto al cambio del comportamiento (cf., Lonigan, 1990; Mahoney, 1989; Skinner et al., 1992; Wyatt, 1990). La posición cognitivista expandió los dominios de la terapia conductual, y también amenazó algunas posiciones filosóficas importantes sostenidas por los pioneros del análisis conductual. Uno de los principales problemas filosóficos surgió al ver las cogniciones como causas de la conducta, en oposición a la visión propuesta por Skinner, donde las cogniciones y emociones son conductas importantes que deben entenderse. Ver las cogniciones como causas de la conducta condujo a lo que se denominó “relaciones conducta-conducta”. Este punto de vista fue criticado por no dejar espacio para el control, que desde una perspectiva analítica de la conducta es ejercida por estímulos discriminativos o reforzantes.

A finales de la década de 1980 hasta ahora, el análisis de la conducta clínica ha tratado de proporcionar una descripción más completa de la conducta verbal que tenga utilidad clínica respetando la tradición operante. La inclusión de estos análisis del lenguaje y la cognición marca una tercera ola de terapia conductual. Es decir, que los analistas de la conducta clínica hacen uso de las nociones conductuales básicas, incluidos los análisis de la conducta verbal en entornos clínicos. Así, podemos encontrar que son dos aplicaciones específicas que siguen los principios analíticos de la conducta: una que enfatiza el contexto social (Psicoterapia Analítica Funcional) y otra que se enfoca en el papel del lenguaje y la cognición (Terapia de Aceptación y Compromiso).

Referencia:
Boring, E. G., Bridgman, P. W., Feigl, H., Pratt, C. C., & Skinner, B. F. (1945). Rejoinders and second thoughts. Psychological Review, 52, 278–294.
Dougher, M. J. (2000). Clinical behavior analysis. Reno, NV: Context Press
Ferster, C. B., & Skinner, B. F. (1957). Schedules of reinforcement. New York: Appleton- Century-Crofts.
Ferster, C. B. (1972). An experimental analysis of clinical phenomena. The Psychological Record, 22, 1–16
Follette W. C. & Darrow, S. M. (2014). Clinical Behavior Analysis. En E.S. Murphy & F.K.
McSweenwe (Eds.), The Wiley Blackwell Handbook of Operant and Classical Conditioning. Wiley Blackwell.
Lonigan, C. J. (1990). Which behaviorism? A reply to Mahoney. American Psychologist, 45, 1179–1181.
Mahoney, M. J. (1989). Scientific psychology and radical behaviorism: Important distinctions based in scientism and objectivism. American Psychologist, 44, 1372–1377
Skinner, B. F. (1945). The operational analysis of psychological terms. Psychological Review, 52, 270–277
Skinner, B. F. (1957). Verbal behavior. New York: Appleton-Century-Crofts
Skinner, B. F., Mahoney, M. J., Day, W. F., Woolfolk, R. L., Richardson, F. C., Kitchener, R. F., et al. (1992). Peaceful coexistence in psychology. In R. B. Miller (Ed.), The restoration of dialogue: Readings in the philosophy of clinical psychology. (pp. 101–168). Washington, DC: American Psychological Association
Wyatt, W. J. (1990). Radical behaviorism misrepresented: A response to Mahoney.
American Psychologist, 45, 1181–1183